Siendo conscientes de la realidad de estas niñas, desde la Fundación Sociedad Protectora de los Niños hemos querido apoyar el Tewecado Santa María de Guadalupe, colaborando para que las 90 niñas rarámuri que viven en el Tewecado puedan recibir alimentación, casa, ropa, medicamentos y educación, lo que necesitan para tener un futuro saludable y próspero.

Además del programa de estudios académicos, las niñas internas aprenden hábitos de higiene y limpieza, también refuerzan su cultura y sus tradiciones tarahumaras, pues en el Tewecado creen en la importancia de respetar y mantener las diversas manifestaciones culturales de los pueblos.

De hecho, Rarámuri significa “corredores a pie” o “pies ligeros”, pues desde pequeños aprenden a correr, ya que es el medio de transporte más eficaz en la zona montañosa donde viven. Son conocidos por recorrer grandes distancias a pie, calzados con unas sandalias que fabrican a partir de neumáticos usados. Su religión es católica, aunque va mezclada con creencias ancestrales y cultos especiales a la naturaleza, la que aman y respetan profundamente.

Los Rarámuri o Tarahumaras, como la mayoría de los indígenas en América Latina, sufren tremendos abusos contra sus derechos humanos. Sus tierras, que por generaciones les han pertenecido, les son arrebatadas y poco pueden hacer para recuperarlas, muchas veces son ocupadas por grupos de narcotraficantes o grupos que, además de maltratarlos, les impiden continuar con su estilo de vida sencillo, condenándolos a la miseria y a la muerte. Según National Geographic, la tala ilegal y la producción de drogas van en aumento, y la Sierra Tarahumara forma parte del Triángulo Dorado, comprendido por los Estados de Durango, Chihuahua y Sinaloa, donde se cultiva la mayoría de las drogas con las que trafican los cárteles.