Los cielos de Colombia se llenan de vibrantes colores y alegres figuras revoloteando en el horizonte cuando llega agosto. Es el «Mes de la Cometa«, una tradición que une a niños, jóvenes y adultos en una celebración que llena de vida el paisaje.
Este año, los chicos del Centro Educativo y Rehabilitativo Don Luis Guanella no podían ser la excepción, sobre todo en un municipio reconocido como el hogar del deporte extremo del Parapente. Así, todos se juntaron como amigos y compañeros, desde los más pequeños a los más adultos, y pusieron rumbo al Parque Internacional del Parapente para revivir una actividad que no se realizaba desde hace años: ¡un día de volar cometas por el cielo! 🪁✨
Para garantizar las condiciones logísticas y de seguridad necesarias, desde el centro se encargaron de toda la organización y gestiones previas necesarias para poder disfrutar de la actividad de forma segura. Una vez lo tuvieron todo organizado, ya estaban preparados para ponerse en marcha y pasar un día maravilloso.
Bajo un sol radiante y la hermosa vista de la ciudad como telón de fondo, todos se unieron para poner a prueba sus habilidades para hacer volar las cometas. Elevarlas en el aire requiere más maña de lo que parece: subían, bajaban, se enredaban, chocaban entre ellas… Pero todo era parte de la diversión, porque cuando caían, ¡rápidamente las volvían a hacer volar!
¡Fue un día mágico de alegría y nuevas experiencias! Sin importar la edad, todos disfrutaron juntos de una jornada maravillosa, cada uno a su manera: Los más pequeños tuvieron su propio espacio infantil de juegos para jugar, compartir y reír sin parar después de merendar. Los jóvenes y adultos se enfrentaron al divertido desafío de elevar sus cometas lo más alto posible, poniéndole todas sus ganas y logrando por momentos el triunfo de verlas volar majestuosamente a una altura considerable.
Todos disfrutaron del momento, unos de las increíbles vistas de la ciudad, otros de la compañía de sus amigos, algunos esforzándose por hacer volar las cometas, y otros simplemente corriendo y animando con entusiasmo el vuelo. Y es que a veces no es necesario hacer todos la misma actividad para pasarlo bien juntos, sino aprender a disfrutar de la compañía mutua y el momento compartido.
Al atardecer, todos se fueron a casa con el corazón pleno de felicidad, gratitud y unión después del hermoso regalo que supuso poder divertirse juntos al aire libre. Así concluía una jornada maravillosa llena de risas, esfuerzo, y la magia de ver las cometas elevarse suavemente hacia el cielo.