Hoy, el mundo despide a un gran hombre que nos deja un legado inmenso de humildad, cercanía y compromiso con los más vulnerables. Esta mañana, el Papa Francisco ha regresado a la casa del Padre.

Desde el inicio de su pontificado, su mensaje por una Iglesia abierta, sencilla y al servicio de los que más lo necesitan, resonó con fuerza en todos los rincones del mundo. Un mensaje que llamó a la paz, al diálogo y al cuidado del otro.

Siempre firme en la defensa de la infancia, en sus palabras y en sus gestos, mostró un amor profundo por los más pequeños, recordándonos que, ellos no son solo el futuro, sino el presente que debe ser protegido y acompañado.

En sus propias palabras:
«Cada niño marginado, cada niño abusado, cada niño abandonado, cada niño sin escuela, sin atenciones médicas, es un grito que se eleva a Dios.»

Desde nuestra Fundación, donde sus palabras tantas veces han sido guía e inspiración, lo recordamos hoy con profunda gratitud y admiración. Por su mirada compasiva hacia los márgenes, por su defensa incansable de los niños y niñas y por su firme creencia en que el amor y la justicia pueden transformar el mundo.

Gracias, Francisco, por recordarnos: «conserva la esperanza, dejáte sorprender por Dios y vive la vida con alegría».
Descanse en paz.