La crisis del COVID-19 en el Tewecado
Debido a las restricciones del Gobierno mexicano por la pandemia del COVID-19, las niñas rarámuri no pueden permanecer en el Tewecado, con todo lo que ello conlleva: falta de alimentos, educación, protección, etc. Conscientes de estas necesidades, las hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres se encomendaron a la tarea de preparar unas buenas despensas para ellas y sus familias, y aunque algunas familias pudieron acercarse a por los víveres al Tewecado, algunas viven lejos o les es muy complicado llegar.
Sin embargo, eso no impide que les lleguen los alimentos. Estas hermanas son todoterreno y viajando en una furgoneta cumplen su cometido y reparten las despensas entre todas los hogares, pues para ellas la prioridad es que las pequeñas y sus familias estén bien durante esta situación tan complicada. Sin duda, nos demuestran que con mucha voluntad y unos pocos medios materiales se puede hacer mucho bien.
Os dejamos el testimonio de la Hermana Adriana Begonia Sáenz, Directora del Tewecado, que nos contaba antes del confinamiento lo que significa para ella trabajar en el Tewecado Santa María de Guadalupe. Unas palabras que cobran incluso más importancia ahora en la situación que estamos viviendo en todo el mundo:
Mi nombre es Adriana Begonia Sáenz Núñez tengo quince años de pertenecer a la Congregación Religiosa de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres y este es mi cuarto año en la hermosa comunidad de Cerocahui en el servicio tanto de la escuela como de la casa hogar, ya que mi misión es procurarles todo lo necesario para que estén en condiciones óptimas de aprendizaje y crecimiento para favorecer su promoción humana y logren ser agentes positivos de transformación social.
El deseo por ayudar estando en este lugar ha crecido y madurado ya que al detenerme, mirar y contemplar las circunstancias actuales, sorprende el logro de los avances científicos y tecnológicos… y con tristeza se mira la fuerte presencia de la guerra que lástima y deja tantos heridos en diferentes rincones del planta, el individualismo nos roba la oportunidad de pensar en el otro. Mirar y repensar esta realidad nos hace dibujar en el horizonte la posibilidad de poner nuestras manos, nuestro cuerpo y corazón a la obra.
A veces quisiera acelerar al mundo por el bien común, dar rienda suelta a la solidaridad, la compasión y la misericordia. Extender las manos y abrir el corazón para estrechar a nuestro hermano en un universo donde las barreras, los muros, las razas, las lenguas, no significan mucho porque todos tenemos la certeza “somos hermanos” “compartimos la misma casa llamada tierra”. Los límites son impuestos por nosotros mismos. Recobrar la dignidad humana es tarea de todos los que nos llamamos humanos.
Ante esta realidad es necesario levantar el rostro y alterar la acostumbrada manera de pensar en sí mismo para abrir las puertas al compartir pues estamos llamados a promover una cultura de solidaridad y misericordia para vencer la indiferencia. Estamos llamados a luchar por la paz que es fruto de la compasión. Estamos llamados a vivir los valores de libertad, justicia, tolerancia, equidad, pues son la brújula moral que permite a una persona a una sociedad evolucionar y progresar.
Ahora bien al detenerse, mirar y contemplar las circunstancias actuales, nos sorprendemos de los avances en los corazones de personas como ustedes… y con alegría se mira fuerte presencia de algo que es más profundo que nosotros mismos “el Amor” que sana y deja libres a tantas personas en muchos rincones de nuestro mundo. El compartir nos abre a la posibilidad de mirar con agradecimiento y enmudecer para decir GRACIAS. Mirar y repensar esta realidad tan diferente nos hace colorear en el horizonte el resultado de las acciones de todos: un mundo mejor. Pensar así y actuar bajo este lineamiento nos hace ser felices y gozar de cada sonrisa de las niñas y niños que tenemos el privilegio de servir. Esto significa para mi “trabajar aquí”…
HNA. ADRIANA BEGONIA SAENZ NUÑEZ
Directora del Tewecado