[helpme_fancy_title style=»avantgarde» tag_name=»h3″ size=»21″ line_height=»24″ color=»#782516″ font_weight=»inherit» letter_spacing=»0″ font_family=»none» margin_bottom=»10″ align=»center»]
La primera colonia escolar de vacaciones para niños pobres de las escuelas públicas madrileñas (1887) por Juan Félix Rodríguez Pérez
Las colonias escolares son bastante conocidas hoy en día, pues tienen muchos beneficios para los niños en varios niveles, e incluso se organizan en asociaciones para niños en situaciones de vulnerabilidad porque permiten trabajar con ellos unos valores distintos a los que se enseñan en el aula. Conocedor de la importancia de estas colonias y con motivo del centenario de la muerte del reconocido pedagogo, filósofo y ensayista Francisco Giner de los Ríos, Juan Félix Rodríguez Pérez, colaborador de la Fundación, ha recopilado multitud de datos sobre ellas y elaborado un interesante estudio sobre la implantación de las colonias y evolución en las escuelas públicas de Madrid.
Para comenzar, nos remontamos al último cuarto del siglo XIX, cuando las condiciones de vida de una parte importante de la infancia en España eran muy precarias. Como intento de solución a esta situación, un grupo de personas preocupadas por la regeneración de la sociedad española presionaron a los poderes públicos hasta lograr la fundación de un centro oficial: el Museo Pedagógico de Instrucción Primaria. Así, con escasos recursos, mucha ilusión e imaginación y diversos apoyos económicos tanto oficiales como privados, Manuel B. Cossío, director del Museo y discípulo predilecto de Francisco Giner de los Ríos, consiguió organizar la primera colonia escolar de vacaciones para niños necesitados de las escuelas públicas madrileñas en 1887.
Hay una gran tradición histórica pedagógica que recomienda utilizar espacios fuera de las aulas como método educativo. De hecho, los sanitarios infantiles son el antecedente de las colonias escolares en el ámbito sanitario, pues eran estancias de duración variable (mínimo un mes) que tenían como objetivo la curación o mejora de niños enfermos. Así pues, cuando se puso en marcha la primera colonia escolar en Madrid se tuvo muy en cuenta que toda la implantación, organización y desarrollo de la iniciativa pasaba por llevar a cabo múltiples actividades educativas que no se podrían realizar dentro de un aula.
Durante la organización de esta primera colona, el Museo llevó a cabo un exhaustivo trabajo con la documentación disponible, adaptándola y mejorándola. De esta manera, antes y después de la actividad se realizaron exámenes médicos a los escolares, seleccionaron cuidadosamente a los niños, recogieron las autorizaciones firmadas por los padres y organizaron detalladamente la vida de la colonia: viaje, horarios, baños, excursiones, etc. Había un número máximo de colonos por docente y todo estaba cuidado al máximo detalle para asegurar el éxito de la colonia.
Tras esta primera experiencia con las colonias escolares, los resultados obtenidos fueron muy satisfactorios tanto a nivel físico como intelectual, por lo que se estableció como modelo y el Museo continuó organizando nuevas colonias durante los siguientes veranos, reproduciendo la planificación, normas y actividades pedagógicas de la primera. Este éxito también hizo que los años posteriores se fueran sumando nuevas organizaciones e instituciones a la iniciativa.
Un dato importante a destacar es que hasta el año 1891 no se incluyeron niñas y fue en una colonia de Granada que seguía las instrucciones y recomendaciones del Museo. Más tarde se consiguió llegar a un porcentaje equitativo de participación de ambos sexos en la iniciativa. Los datos indican que el Museo llegó a ofrecer este servicio hasta a 1500 escolares, con estancias comprendidas entre los 20 y 33 días, siempre en temporada de verano. Cada colonia tenía a cargo un director auxiliado por dos maestros, a los que se sumaban otros dos docentes que tuvieran interés en el aprendizaje del funcionamiento de esta actividad post-escolar. Así, el Museo contribuía también a la formación del personal docente y especializado en colonias escolares.
Esta iniciativa fue un gran paso pedagógico para muchos niños que no disponían de los recursos de las familias más adineradas, y consiguieron aumentar su desarrollo intelectual y físico, ya que los escolares mostraban una considerable mejora en la apariencia y habilidades físicas. Aún a día de hoy muchos menores se siguen beneficiando de estas ideas que un grupo de personas se esforzaron en poner en marcha hace más de un siglo y a las que agradecemos profundamente su labor. De hecho, desde la Fundación ayudamos a financiar varios campamentos para niños en situaciones de vulnerabilidad, como el Campamento de verano en La Hiruela 2018 de Aventura 2000 que aparece en la foto de cabecera.
Si estáis interesados en leer este interesante artículo al completo, podéis hacerlo aquí.